viernes, 16 de mayo de 2008

Un viejecito amargado...

El aspecto más patético del rock nacional mexicano y sus derivados es el de la falta de preparación de los músicos, tanto en los aspectos de producción, como en capacidad interpretativa y sobre todo, para escribir las letras. Qué barbaridad.
Un músico de concierto, para que se le llame profesional, debe dedicar horas y horas al dominio técnico de su instrumento. Debe memorizar además decenas de partituras y ejecutarlas con todos sus ornamentos y matices. Debe ser un erudito en los estilos musicales y dominar la armonía y los detalles técnicos de la música.
Lo mismo pasa con un escritor que pueda considerarse a sí mismo un profesional (no como yo, que me considero un simple aficionado). No sólo debe estar empapado en el conocimiento de los clásicos, sino que debe manejar con soltura los aspectos técnicos de escribir, empezando por la ortografía, la gramática y los diversos estilos.
Pero en estos grupetes de ahora, y muchos que los antecedieron, parece que sólo fuera necesario tocar tres acordes en la guitarra para que se les considere músicos, y que balbucear incoherencias es bastante para escribir una letra decente. Y no es que quiera escuchar en cada uno de ellos a un Bob Dylan. Sé que muchas letras en inglés adolecen de carencias similares, pero al menos nos queda el consuelo de no comprenderlas. Pero creo que cada artista establece un compromiso con su público, el compromiso de que el producto que ofrecen vale la pena, que no se sentirán defraudados después de escuchar el disco, o de leer las primeras páginas de un libro.
Pero si al final sólo te queda el aburrimiento, cuando no la risa, sabes que te defraudaron, que lo que venden es un producto de mala calidad, patético y risible, por el que no vale la pena ni siquiera molestarse en bajarlo por la internet. Al respecto, les dejo un comentario de Dylan referente a la bronca entre Metallica y Nápster: “Recuerdo cuando se quejaban: ‘¡Todos están bajando música... y gratis!’. Bueno, pensé, ¿por qué no?, de todos modos esa música no vale nada”.
Pónganle nombre: Panda, Chetes, Maná, Santa Sabina, Caifanes, El Tri, ustedes escojan. Sus letras son una colección de verbos en infinitivo, ripios e ideas (cuando las hay) balbuceantes e inconexas. Pensaba poner aquí algunos ejemplos pero me da flojera. Eso en el mundo del pop. En el submundo del rock el asunto está más de la patada: Tex Tex, La Lupita, Charlie Montana, El Haragán (“voy a intentar una tonadaaaaaaa, que se parezca a Pin Floi”), Sam Sam, La Cuca, José Fors, Café Tacuba, tanto grupete de hueva. Quizá Lira’n Roll tenga algo rescatable, o Heavy Nopal, o Real de Catorce, pero son excepciones. Letras cabronas las de Jaime López, las de Carlos Arellano y en menor medida las del desaparecido y nunca bien ponderado Rockdrigo. Párenle de contar.
Insisto en que es un asunto de actitud, de estar dispuestos a dejar la vida en cada rola. En palabras de Dylan: “Con The Band era como si cada noche nos jugáramos la vida. Era el no va mas”. Jugarse la vida... suena sencillo, ¿no es cierto? ¿Cuántos de estos grupetes se juegan la vida en cada rola? Faltan coraje, agallas, actitud de romperse la madre, de dejar las tripas en cada letra, cada acorde.
La neta, qué hueva me dan. No valen nada.

2 comentarios:

  1. la neta si que esta amrgado cabron,

    ResponderEliminar
  2. -----AMARGADO NO.......ERES UN PINCHE IGNORANTE...QUE TE GUSTA???? LADY GAGA O ESOS PENDEJOS DE LA ACADEMIA O YA DE PLANO EL PINCHE REGGETON????? ELLOS SON LO MEJOR QUE TENEMOS EN MEXICO.....LARGA VIDA AL ROCK URBANO!!!!!....Y SI NO TE GUSTA.....CHINGAS A TODA TU PINCHE MADRE.....lml

    ResponderEliminar