martes, 16 de noviembre de 2010

Eternos Beatles (sí, de nuevo)



Sólo tres años después de que la canción más decente que pudieron entregar fuera She Loves You, los Beatles entraron a los estudios de grabación para grabar su nuevo proyecto, al que llamaron de manera temporal Granny Smith y que terminaría llamándose Revolver. Fue en abril de 1966, el día seis de ese mes, para ser más exactos.
Son muchos los descubrimientos sonoros que los Beatles donaron a la música en ese disco, pero hoy quiero referirme al legendario ADT, el doblador automático de voces.
Verán ustedes. Los Beatles habían agarrado la onda de grabar dos veces la pista de la voz, la segunda ligeramente desfasada de la primera. El proceso era muy gravoso por la necesaria precisión para hacer coincidir las dos pistas, de modo que les tomaba mucho tiempo hacerlo, además del desgaste de los cantantes y de los berrinches que hacían a cada rato.
Fue Ken Townsend, ingeniero de grabación de los estudios Abbey Road quien tuvo la idea, instigado por Lennon, de un dispositivo que pudiera efectuar el proceso de manera automática, para ahorrarse así las dificultades técnicas de hacerlo a la antigüita.
El ADT, o Automatic Double Tracking, consiste, en términos llanos, de un dispositivo que toma la señal de voz y la reproduce con un ligero desfasamiento, de milisegundos, para conseguir un efecto de flanger, una cosa muy loca que dominó las grabaciones de los Beatles a partir del disco Revolver.
Contra lo que se piensa, en las voces de Tomorrow Never Knows, esa joya del rock, no se utilizó todavía el ADT. Llegó un poco tarde, es cierto, sino que se hicieron de forma manual todavía. Ya les hablé sobre la invención del loop en Tomorrow Never Knows. Hoy les diré que la parte de la batería, y sobre todo el proceso con que la grabaron, fueron desde entonces de lo más buscado en las grabaciones subsecuentes. Los Beatles estaban por entrar en su máxima etapa creadora y lo hicieron con todo, pero con todo.
Les diré también que esta es una canción de drogas, influida por las drogas. No tengo nada en contra de que la gente se meta lo que quiera, cada cual es libre de destruirse como pueda. Tampoco creo que los Beatles le debieran sus canciones a las drogas. Creo que los Beatles fueron los Beatles no por las drogas, sino pese a ellas. Se sabe, por el libro de Peter Brown, por ejemplo, que Lennon tenía un mortero en su habitación, donde mezclaba toda clase de mierdas, y cuando sentía que iba bajando, metía el dedo al mortero y se llevaba el contenido a la boca.
Las drogas casi destruyeron a Lennon. Basta con escuchar los dos primeros álbumes que grabó con Yoko para darse cuenta del grado de estupidez al que lo redujeron. Solo, Lennon nunca alcanzó siquiera la mitad del nivel que alcanzó con los Beatles. Tampoco Paul. Los otros dos muchos menos. Sólo la extraordinaria sinergia que hubo entre esos cuatro músicos pudo producir las rolas excepcionales que dejaron como un legado inmortal para todos nosotros.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Dire Straits - Walk of Life

Qué bella, luminosa canción compusieron los Dire Straits. Hace años que no la escuchaba, hasta hace un par de días que la añadí a mis listas de reproducción en el iPod. Desde la intro, que ahora resulta hasta cierto punto retro, con el riff ejecutado por el órgano, y con el platillo de la batería a contratiempo, hasta la fuerza cañera de las guitarra... un deleite. Me dan ganas de bailar con esa rola, y eso que yo no bailo ni los ojos. Pero no soy al único que le pasa. Disfruten el video y comprueben el ánimo y la singular alegría de los Dire Straits en el siguiente enlace:


Esta canción hace que salga el sol. En serio...



viernes, 15 de octubre de 2010

Sobre el iPod...

Hace poco más de un año mi hermano Jorge me vendió un iPod Touch. Era sencillito, de los de primera generación y con ocho gigas de capacidad. De inmediato lo rellené con centenares de mis canciones favoritas, y lo traje de un lado para otro, como niño con juguete nuevo. Era un juguete nuevo. Además mi sobrino Jorge, le había puesto algunos juegos, lo cual lo hacía más disfrutable. También le compré unos audífonos nuevos. Perdonen ustedes la herejía, pero los originales no dan batalla. Le puse unos Sony Megabass y con eso quedó completo.

Nunca le añadí fotografías ni videos (alguna vez les contaré sobre mi resistencia a ver conciertos y esas cosas), sólo música, y en ocasiones lo utilicé para conectarme a la Internet. Nada del otro mundo. Ese iPod me ayudó a superar el tedio de algunos viajes largos que hice en los últimos dos años, porque estaba provisto de un compendio de mis álbumes favoritos y de algunas canciones imprescindibles en la banda sonora de mi vida. En uno de esos viajes lo llevé a que le revisaran la batería, que ya le duraba muy poco.

El tipo que lo revisó me dijo que se trataba de un problema de software, así es que sometió al iPod a una craneotomía urgente y le hizo jailbreak: quedó como nuevo, literalmente, y sin una sola de mis imprescindibles canciones. Yo no sabía entonces que eso del jailbreak deja al iPod como Dios lo echa al mundo (lo supe por la vía de la sorpresa que me llevé en esos momentos), de modo que fue necesario utilizar la portátil para sincronizarlo de nuevo con algunas rolas para el viaje de regreso a Tuxpan.

Al poco tiempo perdí el iPod. No supe dónde quedó. Ni siquiera la búsqueda intensiva, milimétrica, en las estancias de la casa dio resultado. Ya no estaba. Traté de suplir su ausencia alimentando con música mi teléfono móvil peor nunca fue lo mismo, hasta que le perdí el amor a 4 mil pesos y me compré uno nuevecito, de 32 gigas, al que de inmediato le puse una funda rígida de acrílico y una calcomanía protectora en la pantalla. Después me di a la tarea de cargarlo de música.

Quizá sea ocioso decirles que de momento fue como una copia exacta del primero. Será que me estoy volviendo viejo, pero hagan de cuenta que lo sincronicé con la misma configuración del iTunes, aunque no fue así. Simplemente vuelvo a mis viejas canciones como quien vuelve a un mal hábito, de modo que hice ahora un esfuerzo consciente por añadirle un repertorio diferente al anterior, y probar temas diferentes, olvidados hasta ese momento en la musicoteca digital.

Verán ustedes. Le puse material de Johnny Cash, los American Recordings, los Unhearted y un disco que me parece muy bello, Storytellers, donde canta mano a mano con Willie Nelson. También agregué repertorio a la sección de metal, con Megadeth, Motorhead, Iced Earth (el En Vivo en Atenas es de mis favoritos), varios discos de Judas Priest, mucho Slayer (por extraño que parezca Kerry King es uno de mis guitarristas favoritos), y algunos álbumes de Whitesnake.

En la onda de los viejitos aparecieron los Who (una recopilación de sus mejores rolas, el grupo no da para más), los Guns´n Roses y el Deep Purple, con algunos álbumes imprescindibles: Made in Japan, Made in Europe y el magnífico Machinehead. Puse dos discos de Dylan, Bringinin It All Back Home y Slow Train coming, el primero por razones sentimentales, ya que marcó mi encuentro con Dylan en el verano de 1977, y el segundo por tratarse de una especie de reflexión sobre Dios y la espiritualidad, cualquier cosa que eso signifique. Incluí Uprising, de Bob Marley, algo de The Doors, de Buffalo Springfield y de Crosby, Stills, Nash and Young.

Tiene una lista de reproducción que se llama Matonas. Allí puse canciones que deben ser de acceso inmediato, aunque yo mismo me sorprendo de su contenido. Está Jambalaya, de Hank Williams, One of Us, de Joan Osborne; los covers que hizo Johnny Cash (¿por qué no tuve yo la voz de Johnny Cash?)a Hurt, de NIN, y a One, de los U2. Se encuentran también Goin´Home, interpretada por Ten Years After, y el Himno Nacional Gringo, destrozado magistralmente por Jimmi Hendrix, ambas del Festival de Woodstock; Little Girl Blue, Summertime y Piece of my Heart, en la voz de la Diosa Janis y Black Magic Woman, a cargo de Carlos Santana, sobre todo por la extraordinaria sección de percusiones, entre otras.

Me falta ponerle material en español. Ya tengo en la mira lo que subiré al iTunes este fin de semana: Carlos Arellano, Jaime López, Andrés Calamaro, Joaquín Sabina, rock mexicano del llamado rupestre, encabezado por Rodrigo González, y Real de Catorce, con quienes tengo pendiente un artículo de desagravio. Ya les contaré.

martes, 14 de septiembre de 2010

John Henry Bonham, aka Bonzo...

Quizá la anécdota sea apócrifa, pero dicen que durante el primer ensayo hubo química en el nuevo grupo de Jimmy Page, y que el baterista, John Henry Bonham se acopló de inmediato Sin embargo, parece que a medio ensayo Jimmy le dijo que le bajara al ruido de la batería, petición que Bonham ignoró como si nada. Cuentan que a la salida el representante del grupo, de nombre Peter Grant, le preguntó: "¿Te gustó el grupo?" Ante la respuesta afirmativa, Peter señaló hacia Jimmy y le dijo al Bonzo: "Ese hombre es el jefe. Si quieres quedarte en el grupo debes hacer lo que él te diga".
Hoy por la mañana escuché tres versiones diferentes de Rock and Roll, la del cuarto álbum, la de la banda sonora de la película The Song Remains the Same, y la del disco How the West was Won, y si algo tienen en común las tres versiones es la potencia brutal de Bonham. Fue la primera canción que conocí del Zeppelin. Nunca he dejado de escucharla. Nunca deja de emocionarme.

martes, 31 de agosto de 2010

Recuerde el alma dormida...

Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor.

Pues si vemos lo presente
cómo en un punto se es ido
y acabado,
si juzgamos sabiamente,
daremos lo no venido
por pasado.
No se engañe nadie, no,
pensando que ha de durar
lo que espera,
más que duró lo que vio
porque todo ha de pasar
por tal manera.

Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en la mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.


Pensaba comunicarles mi pasmo ante la vida, la muerte y la fugacidad del tiempo. Mejor les dedico estos versos de Jorge Manrique, los de apertura de las Coplas por la Muerte de su Padre...

Sirvan también para decirles que estoy de regreso, y que ya estaré actualizando mi bitácora con estas y otras tonterías.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir. Cuánta verdad...