jueves, 6 de marzo de 2008

Elvis está vivo...

La otra noche soñé con Elvis. Neta. No es choro. Elvis estaba en mi casa. Pero como suele suceder en los sueños, en ratos era mi casa, en ratos era la de mi mamá, y en ratos era la sala de mi grupo habitual. Pero no me queda duda que se trataba de Elvis. Ignoro que estábamos haciendo allí. Pero era una tarde gris y lluviosa. La luz del atardecer se colaba por las cortinas de la estancia, pálida y pachorruda. Elvis, sobra decirlo, estaba radiante.
No sé por qué soñé con Elvis, no es de mis favoritos ni su música me conmueve gran cosa. Sé que en 1957 Elvis inventó el rock and roll, y que ese único motivo es suficiente para prenderle una docena de veladoras, pero yo llegué demasiado tarde a las rolas de Elvis, porque nací en 1962 y para la edad en que empecé a enviciarme con la música, 1975, Elvis estaba más para allá que para acá, y grupos más malandros, como Led Zeppelin y los Pistols le estaban comiendo el mandado gacho.
Pero la otra noche conversé con Elvis y tocamos el tema. Elvis, todo sonrisas, se puso a explicarme que aunque yo no estuviese dispuesto a aceptarlo, su canciones formaban parte de la banda sonora de mi vida. Me pareció una declaración exagerada, pero no le discutí gran cosa porque cuando el Rey lo visita a uno, lo menos que puede uno hacer es mostrarse humilde. Entonces Elvis tomó mi guitarra y empezó a cantar Suspicious Minds, y supe de inmediato a qué se refería: no puedo decir cuándo la escuché por primera vez, pero sé en cambio que no he dejado de escucharla desde entonces.
-Neta, Elvis, le dije, qué chido arpegio.
Elvis se limitó a sonreir, consciente de que era El Rey, y de que estaba más allá de cualquier elogio que uno pudiera dirigirle.
-Te voy a decir cuál es el secreto, responió Elvis. El secreto es que no hay secretos. Mira...
Señaló entonce la luz que entraba a raudales por la ventana.
-El secreto es que no hay secretos, insistió. Se trata simplemente de vivir.
Entonces me dio tristeza el pobrecito Elvis, tan solo en la muerte, sin una guitarra, sin un periódico para enterarse de las noticias principales, sin un tocadiscos de compactos.
-Sé lo que estás pensando, dijo Elvis mirándome de frente. Pero nunca estaré muerto. Nunca estaré muerto. Se trata nada más de un sueño.
Eso me dijo, y de pronto se desvaneció. Me quedé solo en la estancia, al amparo de la luz inmaterial que entraba a raudales por la ventana.

1 comentario:

  1. Me ha encantado tu sueño con Elvis, el secreto es que no hay secretos.. Se trata simplemente de vivir.
    Elvis como siempre tiene razón.

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