domingo, 13 de julio de 2008

El Boleto, segunda parte...

Les contaba la semana pasada que fue una de las tareas de Hércules recuperar el dinero del otro boleto. Como dijera mi cuate el abogado: “cóbrale a tu cliente mientras está en prisión, porque cuando salga ya no va a tener ganas de pagarte”. Lástima que me la advertencia me llegó tarde.
Pues bien, el chamaco se desapareció, cerró el changarro y no supe más de él. Ni modo. Meses después dio señales de vida de nuevo, en un localito que está justo al lado de donde se encuentra ahora el banco Serfín. Pero dio lo mismo. No había lana. Finalmente me pagó en especie y más o menos forzado, porque una tarde le pedí que me mostrara dos casetes: el Unplugged, de Neil Young, y el Coverdale-Page. Me los mostró. Le dije que me los fiara. No tuvo manera de decir que no. No fue muy equitativo ni muy correcto, pero de lo perdido lo que aparezca.
Unplugged es un disco luminoso. Contiene una docena de las canciones más bellas del canadiense Neil Young, como The Old Laughing Lady, Harvest Moon, Long May You Run y Unknown Legend, de estremecedora belleza. Escucharlo fue toda una revelación. De Neil Young conocía ese disco demoledor llamado Rust Never Sleeps, un clásico del que algún día escribiré algo, de los tiempos del disco de acetato, con un lado acústico, hermosísimo, y uno eléctrico, pesado y denso. Conocía Decade y parte del trabajo que hizo Neil con David Crosby, Stephen Stills y Graham Nash, en el ya legendario Crosby, Stills, Nash and Young.
Pero recomiendo a quienes no lo han escuchado, que se bajen de Taringa una copia, o busquen en Youtube algo de ese material, sobre todo de la sobrecogedora versión de Harvest Moon. Por algo Neil Young está desde hace tantos años donde está, al frente de su propio movimiento, renovándose a lo largo de no sé, más de treinta años de carrera musical. Olvídense de que lo cataloguen como El Padrino del Grunge. Nada qué ver. Si pueden, bájense los discos Harvest, Harvest Moon y After the Gold Rush. Y dense un atracón de Neil Young.
El otro disco es un agasajo también. Surgió de una colaboración de Jimmy Page, legendario guitarrista, mejor dicho (y que Hendrix me perdone) a estas alturas del rock ya es El Guitarrista, y David Coverdale, cantante de Deep Purple y Whitesnake, por decir algo. Tocaron con ellos entre otros Jorge Casas y Ricky Phillips al bajo, así como el estupendo baterista Denny Carmassi, compañero de Coverdale en Whitesnake.
Coverdale-Page es un madrazo a medio cerebro, con un par de virtuosos en plenitud de facultades. Contra lo que pusiera pensarse, no es un disco de guitarristas, porque no contiene grandes solos. Más bien su fuerza reside en los riffs contundentes de Page, la interpretación maestra de Coverdale y sobre todo en la estupenda producción, a cargo de los Migueles, Michael Fraser y Michael McIntyre.
Ya desde la primera rola, Shake my Tree, Coverdale-Page revela sus verdaderas intenciones: un rock en estado puro que va en ascenso, desde las sacudidas iniciales hasta la absoluta pesadez de la conclusión.
Sin embargo, Coverdale-Page es un disco difícil de digerir, que se disfruta hasta después de escucharlo varias veces. Por eso te sugiero bajarte de Taringa un par de discos del Deep Purple, el Made in Japan, donde canta Ian Gillian, y Made in Europe, donde canta David Coverdale. O Trouble, de Whitesnake. O la banda sonora de la película The Song Remains the Same, de Led Zeppelin. Canela pura.

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