viernes, 20 de junio de 2008

La primera rola (y los gestos de bondad de los padres)...

La primera canción que aprendí (es un decir) se llama You’ve got to hide your love away, y es de los Beatles. Fue un acto heroico. Mi papá tenía en casa una guitarra barata, artesanal, de esas imposibles de afinar, tan burda que aún no termino de explicarme cómo es que conseguía obtenerle algún sonido inteligible. Esa guitarra, y el Guitarra Fácil con éxitos de los Beatles ocuparon muchas de mis tardes en ese verano del 76.
Tuve un compañero, Fausto Casas Guadarrama, que era el amo para tocar la guitarra (al menos nos parecía el amo). Tato (ese era su nombre cariñoso) y su hermano eran el alma de las fiestas: bailadores, carismáticos, irresistibles y poseedores de un buen repertorio de rolas Beatles en las guitarras, y además las cantaban armonizando las voces. Esto los hacía doblemente notables.
Cuando en una reunión en su casa escuché a los hermanos Casas ejecutando esas rolas en guitarras de hoyo me sorprendí porque hasta entonces no me imaginaba que una guitarra de esas, en las que mi jefe tocaba rancheras, pudieran interpretarse también a los Beatles. Mucho menos con la guitarra artesanal que tenía mi papá en la sala. De regreso a mi casa me compré el Guitarra Fácil y decidí empezar mi aprendizaje autodidacta. Ya les dije que los Beatles me habían arruinado el gusto para siempre, ¿no es cierto?
Tocar la guitarra es todo un desafío. Pero hacerlo con la guitarra de mi papá convertía la tarea en punto menos que imposible; pero la persistencia da frutos, y todas aquellas tardes que invertí masacrándome los dedos con las cuerdas oxidadas del instrumento músico terminaron por dar resultado: saqué mi primera rola. Desafinada, fuera de tiempo, con los acordes equivocados, pero completa. Ah, y mal, muy mal cantada.
Desde esas fechas la guitarra se me convirtió en un vicio abrasivo. Difícil de practicar, es cierto, por lo rústico del instrumento. Además, el aprendizaje autodidacta de la guitarra no conduce más que a una lastimosa y enorme pérdida de tiempo. De modo que empecé a dar vueltas en redondo, tropezando una y otra vez con el escollo de la ignorancia. Mi padre trató, sin mucho resultado, de inculcarme el gusto por las rancheras. Nunca en la vida. Como era un estupendo cantante de vernáculas trató de enseñarme a cantar. Tampoco pudo. Tras dos o tres intentos me dejó por mi propia cuenta. No obstante, aquellas tardes de aburrimiento ensayando círculos tuvieron su razón de ser, y con el paso del tiempo aprendí un poco.
Pero no era eso lo que deseaba contarles, sino el destino final de esa guitarra. Por razones que no viene al caso relatarles, mi padre descubrió que tenía corazón de aventurero, así es que un día nos dijo voy por cigarros, se puso el sombrero y tardó como dos años en regresar. Yo estaba en la escuela cuando él llegó. Venía flaco y como desorientado. Nos saludamos como si nos hubiéramos visto ayer. Ni siquiera supe dónde había estado. Cuando fui a la sala, la guitarra ya no estaba. ¿Y la guitarra?, le pregunté. La regalé, me dijo con indiferencia.
La neta pensé qué clase de padre era. Luego entendí que era su guitarra y que podía hacer con ella lo que quisiera. Me fui al cuartito y allí estuve una media hora rumiando mi trsiteza hasta que entró y me dijo mira lo que te traje. Era una guitarra nueva, de cuerdas de acero, que en ese momento me pareció la más bella de todas. No supe qué decirle y de inmediato me sentí culpable por el enojo que sentía contra él.
Esa fue mi guitarra durante muchos años. Ni siquiera tenía marca, y con el paso del tiempo se enchuecó y fue ya imposible afinarla, pero la conservé durante casi toda mi vida de adulto porque representaba uno de los pocos actos de bondad que mi padre tuvo conmigo.

(Decidí echarla a la basura una tarde después de un viaje al DF. Nos habíamos visto apenas un par de horas. Lo primero que me dijo fue, bueno, y mi guitarra, ¿cuándo me la vas a devolver? ¡porque sólo era prestada! En eso terminó uno de los pocos actos de bondad que mi padre tuvo conmigo).

1 comentario:

  1. felicidades debes de ser un heroeseguro la musica te debe una disculpa, como en todos y cada uno de tus relatos podriamos rendirte honores los lunes por la mañana pero creo que a nadie le ineteresaria...

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