martes, 16 de septiembre de 2008

Murió Richard Wright


Esta mañana escuché la noticia de la muerte de Richard Wright, tecladista y motor de Pink Floyd, la banda de toda mi vida. Murió de 65 años de edad a consecuencia del cáncer. Murió como la leyenda que es, como el músico genial que impulsó a un grupo fundamental en la historia del rock.
Y no dejo de pensar en lo que su música es para mí, anónimo como soy, perdido en un lugar del que quizá el nunca escuchó hablar. Sin embargo, su música me marcó, marcó a muchos de mi generación, por eso me duele que se haya muerto.
Vaya con Dios, Richard Wright. Por hoy no escribiré nada más.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Un día a la vez...

... estábamos ahí afuera del hospital desde las 5 de la mañana, esperando que le hicieran su ultrasonido a Pablo, que había ingresado horas antes. Estábamos ahí afuera de la sala de urgencias del Canseco en Tampico, esperando que amaneciera. Hacía calor a esa hora. Como a las nueve de la mañana le hicieron el estudio. A las once la cirujana valoró los resultados y determinó que sería necesario operarlo de la vesícula.

Luego iniciamos una serie surrealista de trámites para llevarlo al hospital regional del IMSS, que está a unas cuantas calles del Canseco, y en eso se nos fue la mayor parte del día. Como a las seis de la tarde seguíamos ahí afuera. Yo me sentía agotado por la espera y la incertidumbre. En eso estaba cuando llegó un grupo de personas a predicar la Palabra. No sé de qué confesión serían, para el caso es lo de menos. El caso es que repartieron folletos y platicaron con algunas de los familiares de los enfermos. Luego, se pusieron a cantar. Y cantaron Un día a la vez. Y ya con eso. No necesité más.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Rockdrigo González


La neta, qué mala onda que se murió Rockdrigo. Estaba muy zafado pero era una voz fresca, desmadrosa, propositiva, en lo que fue el movimiento del rock mexicano de los ochenta.
Rockdrigo estaba en la Capital lanzando sus rollos y cotorreos cuando lo sorprendió la muerte el 19 de septiembre de 1985, durante el terremoto que arrasó con una buena parte de la Noble y Muy Leal Ciudad de México. Ni modo, le cayó el edificio encima y no fue posible hacer anda por él. Quedaron un par de grabaciones más o menos formales, algunos conciertos, demos y unas cintas que según tiene un fulano en su poder pero que no quiere dar a conocer por el momento (pues a ver cuándo, nada más pasaron ya 23 años casi).
Escuchar a Rockdrigo es todo un viaje. Su música es algo así como rock ranchero con toques de huapango, pero quizá su mayor mérito sean sus letras, frescas aún pese al paso de los años, irónicas y ya lo dije, propositivas.
Con Rockdrigo el español estuvo listo para sonar naturalito, sin necesidad de calcar las estructuras del inglés. Creo que de su tiempo sólo Jaime López, el gran letrista y músico también oriundo de Tamaulipas, alcanzó ese grado de compenetración rock-rola, porque con ellos, y en menor medida con Roberto González, Real de Catorce y otros pioneros de ese entonce, el español tomó el lugar que le corresponde: es perfecto para componer canciones que no le piden nada a las extranjeras.
Me gusta pensar a veces a dónde hubiera llegado Rockdrigo si la muerte no lo hubiera sorprendido en su depa ese funesto 19 de septiembre. De seguro seguiría lanzando sus rolas, rollos y cotorreos sin ceder un ápice, como Jaime. Y ahorita tanto chamaco mamón que con saber tres acordes siente que ya conquistó al mundo tendría un ejemplo claro de talento y ganas de salir adelante.
Hay no sé qué contenida nostalgia en algunas rolas de Rockdrigo. Pienso en No Tengo Tiempo, que interpretada por el grupo Dama, de los hermanos Levario, se convirtió en un himno para la banda pacheca de entonces y para muchos chavos de ahora, que buscan una alternativa a tanta basura industrializada que se escucha en al radio y al tele. Los Levario llevaron esa rola a otras dimensiones, diría Rockdrigo, porque cuando uno piensa en No Tengo Tiempo le suena en la cabeza la intro de los Levario, no lo del propio Rockdrigo. Así suenan rolas como La Balada del Asalariado, Ama de Casa un Poco Triste, Asalto Chido, y más. A Rockdrigo lo prefiero en concierto, por las grabaciones que andan rodando por acá y por allá. Con su guitarra de palo y una armónica Rockdrigo ponía a volar al personal. De entre sus rolas prefiero Solares Baldíos, un homenaje-rola al abandono de la pareja y Gustavo, con clara dedicatoria al Par, es decir, el malogrado escritor Parménides García Saldaña, una de las voces más cabronas de la literatura setentera mexicana, quien correteó a su mamá con un cuchillo, embrutecido por las drogas y el alcohol. ¿La han escuchado?: “Un día a Gustavo el diablo se le metió. Traía en su sangre más de dos litros de alcohol…”
Como sea, la música de Rockdrigo forma parte de la banda sonora de mi vida. La neta, date la oportunidad de escucharlo. Pese a los años todavía suena lleno de vida. Así nada más. Lleno de vida.

Si quieres saber más de cómo está la onda, visita la página http://www.rockdrigo.com.mx/